Los sueños de Dolores: Entre Diego, los xolos y una hacienda que habla sola
- anitzeld
- 9 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 jul
En una antigua hacienda de piedra volcánica y muros gruesos, rodeada de nopales y jacarandas, Dolores Olmedo construyó algo más que un museo. La casa, ubicada en La Noria, Xochimilco, parecía dormida en el tiempo hasta que ella la habitó con su risa, sus faldas amplias y sus perros xoloitzcuintles que, hasta hoy, patrullan los jardines como centinelas prehispánicos.

Dolores no coleccionaba arte: lo adoptaba. Compró pinturas de Diego Rivera cuando nadie más quería hacerlo, le encargó cuadros, cuidó sus borradores, sus cartas, sus silencios. Fue su amiga, su mecenas y su albacea. “Cuando yo muera”, le dijo él, “haz lo que quieras, pero cuida de mi obra”. Y Dolores, mujer de palabra, cumplió al pie de la letra.
La colección creció. Diego, Frida, Beloff. Arte prehispánico, colonial, popular. Pero el alma del museo no está solo en sus salas, sino en las grietas del adobe, en el canto de los pavos reales, en los pasillos donde aún parece escucharse el eco de una voz grave y una carcajada aguda.
Una vez, un visitante le preguntó por qué tenía tantos perros sueltos en el jardín. Ella, envuelta en seda y terciopelo, respondió sin pestañear:—Este museo no es para gente frágil. Los perros estaban aquí antes que los visitantes. Y si a alguien no le gustan, que no venga.
Así era Dolores. Mandaba a callar con la misma elegancia con la que hablaba del barro negro o de las manos de Rivera. Decía que Diego le hablaba en sueños, que le recordaba qué obra faltaba por colgar, qué secreto aún debía esperar. Nunca supimos si lo decía en broma o en serio. Pero en ese lugar, cualquier cosa era posible.
Cuando el museo abrió al público en 1994, no fue solo una inauguración: fue la entrada a un mundo personalísimo, donde la historia del arte mexicano se cuenta desde la voz de una mujer que se negó a ser sombra.
Dolores murió en 2002, pero la casa sigue hablando por ella. A veces, entre las bugambilias, uno cree ver su silueta pasar. Y si uno se queda en silencio, puede que los xolos te guíen hasta donde empieza el sueño

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Museo Dolores Olmedo prepara su reapertura en 2026—y sí habrá Ofrenda de Muertos Dolores Olmedo 2025.

Anitzel Díaz
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