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La Iglesia —a través del Papa— propone una dirección ética en un mundo que ha perdido certezas.

  • anitzeld
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura

¿Por qué es tan importante la elección de un Papa?


Cuando un Papa es elegido, se elige también una forma de leer el mundo. ¿Cómo entender el sufrimiento de los pobres? ¿Cómo hablar de paz en medio de la guerra? ¿Cómo cuidar la creación sin caer en la indiferencia? ¿Cómo defender la dignidad humana sin relativizarla? Todo esto no se responde solo con política o ciencia. La voz del Papa —como la de Francisco en Lumen Fidei— propone mirar con los ojos de la fe y del amor, y desde ahí, actuar.


En un mundo saturado de opiniones, donde la verdad parece diluirse en medio de intereses, ideologías y cambios culturales vertiginosos, el papel del Papa sigue siendo sorprendentemente relevante. Su elección no solo marca un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia, sino que define una postura ética frente al momento histórico que se vive. No es solo el líder de los católicos; es también una referencia moral para muchos que buscan una guía más allá del ruido.


"Cuando la Iglesia, por medio del Papa, se abre a transformar paradigmas arraigados por siglos, la humanidad contempla el cambio, lo medita y, en ese ejercicio, se eleva."


Desde el punto de vista religioso, la moral no es una construcción al gusto del consumidor, sino una respuesta a lo que se considera sagrado, eterno y justo. En el cristianismo, esta moral se basa en la fe y en la revelación, pero también en la razón, como bien señala Juan Pablo II en Veritatis Splendor. No se trata de normas impuestas desde fuera, sino de un camino hacia el bien, la libertad y la verdad. Y es ahí donde el Papa se convierte en una brújula: en quien, desde su autoridad espiritual y su compromiso con la humanidad, orienta esa búsqueda común del sentido y del bien.


Por eso, la elección del Papa es tan significativa: porque en su persona, el mundo reconoce a alguien que, aunque no gobierna con poder terrenal, sí tiene la capacidad de tocar el alma de las naciones. Su función no es imponer, sino recordar. Recordar que la moral no es un estorbo, sino una luz. Y que incluso en medio de la confusión, hay caminos que conducen al bien común.


El libro Ética razonada de José Ramón Ayllón destaca cómo la religión, proporciona una luz adicional a la razón para discernir el bien del mal. La fe cristiana no solo complementa la razón, sino que la eleva, ofreciendo una visión más completa del ser humano y su destino. Esta integración de fe y razón es esencial para formar una conciencia moral sólida y bien informada.

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