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El poder (improbable) de tres mujeres que redibujan el mapa del liderazgo

  • anitzeld
  • 28 jun
  • 4 Min. de lectura


Tres mujeres acapararon los titulares esta semana, pero no por las razones de siempre. Una se casó con uno de los hombres más ricos del planeta a bordo de un yate que refleja protestas. Otra anunció su salida definitiva de Vogue tras más de tres décadas de dictar el canon global de la moda. La tercera, barrió el techo de cristal del olimpismo al convertirse en la primera mujer y primera africana presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) .


¿Qué tienen en común una exconductora de helicóptero convertida en figura espacial, la editora de moda más influyente del siglo y una medallista olímpica africana hoy ministra? A primera vista, poco. Pero juntas, Lauren Sánchez, Anna Wintour y Kirsty Coventry encarnan una pregunta clave para nuestro tiempo:¿cómo lideran las mujeres cuando llegan a la cima de estructuras diseñadas para excluirlas?


Lo que atraviesa sus historias no es solo la fama o el éxito, sino la forma en que han tensionado los límites de lo permitido para una mujer poderosa. Y eso tiene un pasado.


*Fotografía: “Mujer moderna”, de Milo Manara, 1997.
*Fotografía: “Mujer moderna”, de Milo Manara, 1997.

El liderazgo femenino no se improvisa: lo sostiene una genealogía


Aunque se les perciba como casos individuales o de excepción, ninguna mujer poderosa nace en el vacío. Cada una pisa un suelo trabajado por siglos de luchas feministas, a veces visibles, otras invisibles.


Desde las primeras sufragistas que se enfrentaron a la idea de que las mujeres no podían opinar sobre lo público, hasta figuras como Angela Merkel o Dilma Rousseff, que demostraron que se puede gobernar sin sonreír a todo el mundo, la historia del liderazgo femenino es una historia de incomodidades necesarias.

No hay que olvidar que incluso en las democracias más antiguas, las mujeres accedieron al voto apenas en el siglo XX. Y todavía hoy, según la ONU, ocupan solo el 26% de los escaños parlamentarios en el mundo.


Lauren Sánchez: el cielo como escenario


Durante años, Lauren Sánchez fue vista solo como "la pareja de Jeff Bezos". Pero reducirla a eso es ignorar su trayectoria como reportera, piloto y empresaria. Hoy, como vicepresidenta de Blue Origin, la exconductora no solo sobrevuela ciudades: participa en las decisiones sobre quién va al espacio y por qué.


La boda de Lauren Sánchez y Jeff Bezos, este 27 de junio, fue mucho más que un evento de celebridades: fue una puesta en escena del poder contemporáneo. No fue casual que ocurriera en un yate de ultra lujo, ni que la imagen de ella en un vestido metálico recorriera medios globales como si fuera un símbolo futurista. En un mundo donde el poder aún se construye en torno a figuras masculinas, Lauren ha sabido moverse con destreza en ese sistema, no solo como acompañante, sino como estratega que convierte cada aparición pública en un mensaje: ella también está al mando, aunque el apellido más pesado no sea el suyo.

Su historia refleja un patrón incómodo en la historia de las mujeres en el poder: la cercanía con hombres influyentes como plataforma de acceso. Algo que no invalida sus méritos, pero sí revela un sistema que aún premia más la alianza que la autonomía femenina.


Aquí la pregunta histórica resuena: ¿cuántas mujeres han podido construir poder sin depender de redes masculinas?



Anna Wintour: mandar desde la imagen


Anna Wintour ha estado al frente de Vogue desde 1988, y su figura es símbolo y síntoma de una época en la que la moda se volvió parte de la política del deseo, del consumo y de la representación. Con su estilo distante e inflexible, impuso una visión estética global desde el corazón editorial de Condé Nast.


Su liderazgo ha sido criticado por "duro", "frío" o "arrogante"—términos que rara vez se aplican a hombres que ejercen el poder con la misma severidad. ¿Qué tan incómodo sigue resultando que una mujer mande sin pedir perdón?


Anna Wintour anunció el 26 de junio de 2025 que dejará su cargo —que ocupó por 37 años— como editora en jefe.

Wintour, como otras figuras históricas del poder femenino (piénsese en Golda Meir o Margaret Thatcher), encarna el dilema de muchas mujeres líderes: ¿cuánto hay que endurecerse para ser escuchada en un mundo que sigue exigiendo dulzura femenina?



Kirsty Coventry: del podio al gabinete


Kirsty Coventry no solo es la atleta más condecorada de Zimbabue: es también ministra de Juventud, Deporte y Cultura. Su paso del deporte de alto rendimiento a la política nacional habla de una transición del cuerpo individual al cuerpo colectivo. De competir sola a legislar para muchas.


El 23 de junio, esta ex nadadora zulú barrió el techo de cristal del olimpismo al convertirse en la primera mujer y primera africana presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) .

Es un giro inusual pero potente: en un continente donde las mujeres enfrentan dobles y triples exclusiones —por género, por clase, por etnia—, Coventry desafía las narrativas coloniales que siguen viendo a África como una periferia sin agencia femenina.

Su historia se suma a otras voces de mujeres africanas que transforman la política desde dentro, como Ellen Johnson Sirleaf (primera presidenta de Liberia) o Aminata Touré en Senegal.



¿Qué modelos de poder estamos dispuestas a aceptar?


Las historias de Sánchez, Wintour y Coventry nos obligan a ampliar la conversación. Porque si el poder tradicional ha estado ligado a la fuerza, la visibilidad mediática y la red de contactos, el poder que hoy encarnan muchas mujeres es estratégico, narrativo y profundamente simbólico.


Sus formas de ejercer liderazgo revelan tres claves:

  1. La visibilidad no siempre implica autonomía. Estar en pantalla o en la portada no es lo mismo que tener el control de las decisiones.

  2. El mérito sigue siendo medido en parámetros masculinos. A muchas mujeres se les exige excelencia ininterrumpida para ocupar el mismo lugar que un hombre promedio.

  3. El acceso al poder no garantiza la transformación estructural. Pero es un paso necesario para disputarla.


¿Hacia qué futuro nos están empujando estas mujeres?


No hay una única manera de liderar, como tampoco hay una sola forma de ser mujer. Pero mientras más diversas sean las mujeres visibles en el poder, más amplio será el imaginario de lo posible.


Y eso es, en última instancia, lo más político de sus trayectorias: no se trata solo de su ascenso individual, sino de lo que abren para las que vienen detrás.



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