La Papisa Juana y la silla con agujero
- anitzeld
- 25 abr
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Actualizado: 26 abr
Lo que el cine, una leyenda medieval y la Biblia tienen en común
Un juramento... bajo el muslo
La historia empieza con una imagen incómoda: alguien tocando los testículos de otro como acto solemne. No es un invento moderno ni una escena de comedia negra. En el Antiguo Testamento, específicamente en Génesis 24:2-3 y 47:29, los siervos juraban colocando la mano “debajo del muslo” de su señor. Suena ambiguo, pero estudiosos bíblicos creen que esa fórmula implicaba tocar los genitales como señal de compromiso total. En sociedades patriarcales, los testículos simbolizaban la descendencia, la continuidad del linaje, la honra familiar. Testificar, quizás, venía —literalmente— de los testículos.

La Papisa Juana y la silla con agujero
Siglos más tarde, el rumor de una mujer que habría burlado al Vaticano disfrazada de hombre y llegado al trono papal sacudió los cimientos de la Iglesia. La historia de la Papisa Juana —considerada hoy una leyenda— cuenta que fue elegida papa y que su engaño se reveló cuando dio a luz en plena procesión. Desde entonces, cuenta el mito, la Iglesia empezó a verificar que el elegido tuviera “todo en su sitio”. Se usaba la famosa sedia stercoraria, una silla con un agujero en el centro, para que un diácono comprobara que el Papa electo tenía “dos y bien colgando”, como reza la fórmula popularizada en latín: Duos habet et bene pendentes.
Según la leyenda, Juana habría adoptado un nombre masculino, como Johannes Anglicus, y gracias a su inteligencia y carisma, fue escalando posiciones en la jerarquía eclesiástica hasta ser elegida papa. El problema fue que, ya en el cargo, quedó embarazada —se dice que de un amante cercano— y dio a luz durante una procesión papal, entre la multitud, revelando así su verdadera identidad.
La historia de Juana tiene varios finales, dependiendo de quién la cuente. En algunas versiones, ella muere inmediatamente después del parto, ya sea por complicaciones o lapidada por la multitud. En otras, se dice que fue destituida y encerrada en un convento. La leyenda llegó a ser tan popular que durante siglos se decía que los papas eran obligados a sentarse en una silla con un agujero (la sedia stercoraria) para verificar su sexo antes de ser coronados.
Hoy, esa ceremonia no existe. La silla está en algún rincón del Vaticano como pieza de museo, no como instrumento de verificación genital. Pero la leyenda fue tan fuerte que por siglos nadie dudó de su veracidad.
Cuando la ficción se vuelve espejo: Cónclave y el miedo al cambio
En 2024, Cónclave, la película dirigida por Edward Berger, volvió a poner el tema sobre la mesa, aunque de forma más elegante. No habla de testículos ni de sillas con agujeros, pero sí de secretos, identidades ocultas y una Iglesia enfrentada al cambio. Tras la muerte del Papa, un grupo de cardenales se encierra para elegir a su sucesor. Y en medio del ritual y el incienso, una verdad amenaza con hacer estallar todo.
Aunque la película no menciona directamente a la Papisa Juana, su espíritu recorre la historia. El miedo al “otro” —a lo inesperado, a lo que no encaja con las reglas— es el mismo. Cónclave es el eco contemporáneo de ese viejo mito: ¿qué pasaría si el poder máximo de la Iglesia estuviera en manos de alguien que no debería estar allí... según las normas?
Un streaming en llamas
Tras la reciente muerte del Papa Francisco, Cónclave se convirtió en tendencia mundial. Solo entre el 20 y el 21 de abril, las visualizaciones en plataformas de streaming se dispararon un 283%, pasando de 1.8 a 6.9 millones de minutos vistos, según datos de Luminate. El público quiere entender qué pasa puertas adentro del Vaticano. Cómo se elige a un nuevo líder. Qué se dice, qué se calla, qué se oculta.
Quizás, más allá de la trama, lo que buscan es saber si la Iglesia está lista para algo distinto. Para romper el molde. O para vivir su propia versión del mito de Juana.
Entonces... ¿todavía se verifican los testículos del Papa?
No. Pero la pregunta sigue viva. Porque, en el fondo, no se trata de anatomía, sino de poder, de verdad, y de quién se atreve a poner en jaque las reglas de siempre.
Anitzel Díaz
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Líderes mundiales y fieles católicos despedían a Francisco el sábado en un funeral que destacó su preocupación por “los más periféricos de las periferias” y reflejó sus deseos como pastor.
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