#AsíLasCosas Marco Rubio Un latino al agua ¿el primero en bajarse del barco?
- anitzeld
- 1 abr
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Actualizado: 2 abr
Hace poco menos de 15 años, Marco Rubio era la gran promesa del Partido Republicano. Joven, carismático, hijo de inmigrantes y con un discurso elocuente, se perfilaba como el líder capaz de conectar el conservadurismo con una nueva generación de estadounidenses.
En 2013, su nombre resonó con fuerza al ser uno de los impulsores de la reforma migratoria propuesta por el famoso "Gang of Eight". Sin embargo, su ambigüedad política y su falta de firmeza ante la oposición interna le jugaron en contra. Su apoyo a la reforma migratoria se convirtió en un lastre cuando Donald Trump irrumpió en la escena política con un discurso antiinmigrante.
En 2016, Rubio intentó convertirse en el primer presidente hispano de EE.UU., pero se encontró con la aplanadora Trump. Apodado despectivamente como "Little Marco", Rubio no logró hacerle frente al estilo burlón y agresivo del magnate. Perdía primarias, incluida la de su propio estado, Florida, y tuvo que retirarse humillado, dando su apoyo a quien había sido su verdugo político.
Tras la llegada de Trump al poder, Rubio pasó de ser su crítico a su fiel seguidor. Se convirtió en pieza clave de su política hacia Latinoamérica y, con el regreso de Trump en 2024, fue recompensado con el cargo de Secretario de Estado. Sin embargo, ese "premio" parece haber sido un error estratégico. Trump disfruta manejando la política exterior personalmente y sus secretarios de Estado han sido meros espectadores de sus caprichos. Rubio no es la excepción.
En el famoso encontronazo entre Trump y Zelensky en la Oficina Oval, Rubio se quedó como simple testigo, sin voz ni voto en una decisión clave de política internacional. Además, ha tenido que lidiar con los constantes desplantes del presidente, como cuando Trump lo "encargó" de recuperar el control del Canal de Panamá en su discurso ante el Congreso: "Marco Rubio está a cargo. Buena suerte. Si no sale bien, ya sabemos a quién culpar".
Su posición es débil. Trump le ha quitado poder a su departamento, llenándolo de leales a él en lugar de diplomáticos experimentados. Sin aliados y rodeado de soplones, Rubio enfrenta una batalla cuesta arriba. Además, la eliminación de USAID, una organización que Rubio defendía en el Senado, es otra muestra de su sumisión al liderazgo de Trump.
Históricamente, la Secretaría de Estado ha sido un trampolín para aspirar a la presidencia, pero Trump no es un presidente convencional. En su mundo, solo hay espacio para él. Políticos como Mike Pence, Mike Pompeo y Nikki Haley, que en algún momento parecieron herederos naturales del movimiento, fueron descartados cuando dejaron de serle útiles. Todo indica que Rubio corre el mismo destino. El "salvador republicano" de antaño podría terminar su carrera política sin alcanzar el sueño que lo impulsó desde el principio: la presidencia de EE.UU. El declive político de Marco Rubio: de gran promesa a figura secundaria.
Anitzel Díaz
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