México 2025: El espejismo roto de las autodefensas
- anitzeld
- 16 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 jul
Once años después del levantamiento civil en La Ruana, Michoacán, donde los pobladores decidieron enfrentar con armas al cártel de los Caballeros Templarios, el sueño de justicia comunitaria ha dejado una estela de sangre, traiciones y nuevas formas de violencia. Las autodefensas, que alguna vez fueron presentadas como la respuesta popular al abandono estatal, hoy enfrentan un balance turbio y fragmentado. En 2025, lejos de haber sido erradicadas o institucionalizadas por completo, estas agrupaciones sobreviven entre la marginalidad, la infiltración criminal y, en algunos casos, la resistencia indígena.
“La situación es peor que antes”, admite Guadalupe Mora, hermano del asesinado líder fundador Hipólito Mora. El testimonio es brutal no solo por la pérdida personal, sino porque encarna la decepción de cientos de comunidades que depositaron su esperanza en un movimiento que rápidamente fue absorbido, cooptado o reprimido. El crimen organizado no fue vencido; cambió de rostro. Y algunos de esos rostros usaron el disfraz de las autodefensas.

De esperanza a simulacro
En sus primeros años, las autodefensas lograron resultados tangibles: expulsaron a los templarios de varias regiones, tomaron el control de territorios clave y desataron un movimiento nacional de apoyo. Pero el mismo Estado que inicialmente las toleró —e incluso las armó, como denuncian algunos de sus integrantes— terminó institucionalizándolas a conveniencia. Según investigadores como Jesús Pérez Caballero, esta alianza permitió que grupos criminales se reciclaran bajo nuevas marcas. Lo que siguió fue un reacomodo: surgieron Los Viagras, regresó la Familia Michoacana y se fortaleció el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), aliado momentáneo de algunas facciones de autodefensas.
“El Gobierno federal siempre estuvo detrás de los grupos”, sentencia Guillermo Valencia Reyes, exalcalde de Tepalcatepec. “Nunca fue un movimiento auténtico del pueblo”. Hoy, Tepalcatepec vive enfrentamientos casi constantes. Lo mismo sucede en Aguililla y Buenavista, donde la frontera entre civiles armados y grupos criminales es casi indistinguible.
Mujeres y niños: ¿defensores o escudos?
Una de las transformaciones más inquietantes del fenómeno ha sido la incorporación de mujeres y menores a las filas armadas. Lo que inicialmente fue una señal de empoderamiento y resistencia —mujeres organizadas para proteger sus comunidades en ausencia del Estado— ha derivado en una dinámica peligrosa.
En 2021, se volvió viral el caso de niñas armadas en Chilapa, Guerrero. En 2024, en comunidades de Michoacán como Aguililla y Tepalcatepec, continuaron apareciendo imágenes de mujeres entrenando con rifles y niños en retenes comunitarios. En algunos casos, se trataba de defensa legítima; en otros, de reclutamiento forzado o propaganda.
Para 2025, varias de estas agrupaciones han disminuido su visibilidad, presionadas por operativos federales o por la disputa entre cárteles que usan a mujeres y menores como escudos simbólicos. Pero en regiones de fuerte identidad indígena, como Ostula y Aquila, las mujeres siguen desempeñando un papel clave en la defensa del territorio, muchas veces bajo estructuras comunales que rehúyen la lógica paramilitar.
El Estado: tolerancia, cooptación y omisión
¿Qué ha hecho el Estado mexicano? Según los especialistas, su postura ha sido ambigua: primero armó, luego absorbió y finalmente toleró. Hoy, en 2025, muchas autodefensas operan al margen de la legalidad, con un pie en la comunidad y otro en redes criminales o políticas. La Guardia Nacional, desplegada en teoría para pacificar el país, no ha logrado desmantelar ni proteger completamente a las comunidades.
En algunos municipios, se ha intentado reconfigurar estas fuerzas bajo esquemas como la Policía Rural o la Defensa Comunitaria Indígena. Pero estos esfuerzos son aislados, y suelen colapsar por falta de presupuesto, corrupción o desconfianza local. En el mejor de los casos, las autodefensas indígenas han logrado mantenerse como cuerpos autónomos bajo usos y costumbres. En el peor, han sido absorbidas por nuevos cárteles con viejos métodos.
2025: ¿Epílogo o reinicio?
Este año, en la comunidad de San Ángel Zurumucapio, todo el pueblo volvió a levantarse en armas. “Nos defendemos porque no hay otra opción”, dijeron. Lo hicieron como en 2013: con escopetas, barricadas improvisadas y la convicción —o la desesperación— de que nadie más los va a proteger.
Mientras tanto, en las ciudades, el tema ha salido del radar mediático. Las autodefensas ya no son noticia, a menos que haya muertos. Pero en los pueblos, la lucha sigue. El sueño de justicia popular está desdibujado, sí. Pero el abandono persiste. Y mientras persista, también lo hará el impulso —legítimo o manipulado— de defenderse con lo que se tenga a mano.
Porque cuando el Estado no protege, la comunidad se arma. Y cuando la comunidad se arma, ya no hay vuelta atrás.
leer más
México vs. SpaceX: Basura espacial desata conflicto ambiental y legal en el norte del país
Porque la realidad supera a la ficción... sigue leyendo.
Comentários