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Murales de resistencia: cuando el arte regresa a las calles para contar lo que importa

  • anitzeld
  • 3 jul
  • 3 Min. de lectura

En los muros de colonias marcadas por el abandono, la violencia y la precariedad, un renacer. Con brochas, aerosol y pintura acrílica, colectivos y vecinas transforman paredes grises en narrativas visuales. Pero más allá de lo estético, lo que nace aquí es otra manera de pensar la ciudad, la comunidad, la memoria.



“Ya puedo ser algo más que cargador”

En la Central de Abasto de la Ciudad de México, Irma Macedo revive historias a través del proyecto Central de Muros. Entre los trabajadores y comerciantes, surgió “Huguito”: un niño cargador que durante una sesión preguntó a su mamá si podía subirse al andamio. Cuando terminó el mural, le dijo: “Mamá, ya puedo ser algo más que cargador. Ahora puedo ser artista” Palabras de triunfo colectivo, esbozadas con pintura.



Arte indígena como puente intercultural

En Querétaro, el muralista triqui Joel Merino lleva la lengua y las tradiciones de su pueblo al espacio público. “A través de su obra, también busca documentar y mantener tradiciones como el tejido tradicional de su pueblo”. Su taller comunitario Artes Tinujei en Oaxaca integra pintura y testimonios: "en el trabajo comunitario, lo importante es entender que cuando beneficias a la comunidad el primer beneficiado eres tú...".


Iztapalapa: color contra la violencia

La Avenida Guanábana, en Iztapalapa, antes escenario de balaceras, hoy es una galería de murales. Germán Cruz, vecino, reconoce que la inseguridad sigue, pero valora el cambio: “los murales… causan un impacto. Te da más confianza”. Funny, otra muralista, recuerda que mientras pintaba escuchó disparos, “pero las personas se han volcado mucho con nosotros”.


Arte feminista en las calles

En CDMX, el colectivo Paste Up Morras, formado por unas 50 mujeres, interviene con postales, stencil y carteles. Su consigna es clara: que la calle deje de ser territorio exclusivo de los hombres. “Una consigna del grupo es la creación con sentido… usar el arte para hacer visible la violencia machista, el racismo…”. Ellas estampan en tapias y postes, recordando el acoso, la libertad sexual y el amor propio.


Murales que sanan tras el sismo

En Tehuantepec, Oaxaca, luego de los sismos de 2017, una comunidad pintó un mural sobre murallas fracturadas. “Levantas la cara… y te estremeces… lo más fuerte es que el muro está destruido por un temblor”. Una metáfora vívida de la resiliencia: la belleza brota del escombro.


Voces que resuenan, paredes que hablan

Estos murales no decoran, narran. No embellecen, consciencia despiertan. Son política hecha a mano, voz para quienes no suelen ser escuchados. A través del arte, se reivindica el derecho a contar la propia historia: indígena, feminista, barrial, comunitaria.



Ecos institucionales

  • El programa Pintemos México, impulsado por Infonavit y Fundación Hogares, ha logrado un aumento del 20 % en la participación vecinal y una mejora en la percepción de seguridad (de 14.2 % a 18.7 %) en entornos intervenidos.

  • En Bosque Urbano Tlaquepaque un mural de 100 m² busca sensibilizar sobre biodiversidad y gestión ambiental.


“No es moda, es resistencia visual”

Fernanda, muralista de 22 años en Iztapalapa, lo dice claro:

“Nosotras no pedimos permiso. Le preguntamos a las vecinas… queremos que las niñas que pasen por aquí se vean ahí”

Sus palabras resuenan entre paredes que fueron testigos de la violencia, y hoy lo son del futuro posible.


¿Qué está en juego?

  • Identidad y pertenencia: los murales generan sentido de comunidad, orgullo barrial y arraigo.

  • Memoria colectiva: narran historias que las instituciones han ignorado o borrado.

  • Seguridad simbólica: una calle colorida puede sentirse más segura, más humana.

  • Cambio generacional: de grafiteros marginados a artistas reconocidos, como Fredy Samuel en Oaxaca, quien afirma que "el aerosol vino a revolucionar" su vida.


Hacia dónde vamos

El muralismo comunitario ya no es un simpático experimento visual. Es una fuerza social en México, capaz de politizar el espacio, desafiar narrativas oficiales y rearmar lazos rotos. Crece en número y en ambición: proyectos internacionales como los de Janín Garcín o Óscar Murillo incorporan comunidades en Monterrey, San Luis Potosí o Chiapas.


Murales de resistencia no son solo lienzos urbanos: son vibraciones colectivas que desean ser vistas, recordadas, copiadas. Murales que emigran de la protesta al corazón de las comunidadess, pintando una posibilidad de sociedad más justa, desde abajo, y desde la calle misma.

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