¿Y si no necesitas mejorar?
- anitzeld
- 1 ago
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 9 ago

Vivimos bajo una promesa: la de que siempre podemos —y debemos— ser mejores. Hay libros, apps, gurús, podcasts y retos de 21 días que nos lo recuerdan a diario. El mensaje está por todas partes: no eres suficiente... pero podrías serlo si te esfuerzas. Y así vamos, corriendo detrás de una versión idealizada de nosotros mismos que nunca llega.
Pero, ¿qué pasaría si esa urgencia por mejorarnos no fuera tan sana como creemos? ¿Y si esa constante sensación de estar “en falta” fuera, en realidad, parte del problema?
Eso es justo lo que plantea Adam Phillips en On Getting Better, un libro chiquito en tamaño, pero enorme en ideas. Phillips no ofrece tips ni fórmulas. De hecho, se burla un poco (con elegancia británica, claro) de esa lógica que convierte cualquier incomodidad en una patología y cada deseo en una tarea de superación personal.
Porque no todo lo que duele necesita una cura.
Venimos de siglos en los que el malestar se veía como algo que debía erradicarse. Primero con la religión: el pecado como enfermedad del alma. Luego con la medicina: el síntoma como señal de un cuerpo defectuoso. Y ahora con la psicología de supermercado: si no estás feliz, es porque algo estás haciendo mal. Pero Phillips nos invita a pensar distinto. ¿Y si el problema no es lo que sentimos, sino lo que creemos que deberíamos estar sintiendo?
Aquí entra en escena una anécdota brillante de Alfred Adler, uno de los discípulos más lúcidos (y menos domesticados) de Freud. Adler tenía una costumbre: después de sus sesiones, preguntaba a sus pacientes “¿Qué harías si ya estuvieras curado?” Y cuando le respondían, él decía: “Pues entonces ve y hazlo.” Así, sin más. Su idea era clara: no se trata de curar una enfermedad, sino de deshacer una traba. No estás roto. Tal vez solo estás inhibido, detenido por una creencia, una expectativa, un miedo.
Ese enfoque, que después se llamó psicoanálisis existencial, propone algo radical: no venimos a terapia para que alguien nos diga cómo ser. Venimos a dejar de obedecer tanto, a sacudirnos las voces que nos dicen lo que supuestamente deberíamos querer. La “cura”, si existe, no es una solución, sino un espacio para escucharnos sin filtros. Para ver qué pasa si dejamos de perseguir al yo ideal y empezamos a habitar al yo real.
Y entonces llega una verdad incómoda pero liberadora: quizá no necesitas mejorar. Quizá lo que necesitas es parar. Respirar. Sentir. Dejar de buscar respuestas inmediatas y empezar a hacerte mejores preguntas.
Phillips lo dice sin rodeos: vivimos creyendo que mejorar es estar más seguros, más controlados, más adaptados. Pero a veces mejorar es lo contrario. Es animarte a sentir más. A vivir más incómodo, más abierto, más vulnerable. A no saber. A arriesgarte. Porque solo desde ahí puede surgir algo nuevo.
Por eso este libro merece algo que no siempre nos damos: tiempo. Léelo despacio. Subraya frases. Vuelve a párrafos que te incomoden. Habla de él con alguien. Déjalo reposar. Porque, aunque sea breve, está hecho para quedarse contigo un buen rato. No te va a dar respuestas cerradas, pero sí te va a hacer pensar. Y tal vez —solo tal vez— eso sea una mejor forma de empezar a estar bien.
¿Y tú? ¿Qué harías si ya estuvieras “curado”?
Porque la realidad supera a la ficción... sigue leyendo.
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