“Tonantzin Guadalupe”: un documental que pone en escena lo que por siglos se ha callado
- anitzeld
- 16 abr
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Actualizado: 17 abr
En un país donde la Virgen de Guadalupe es mucho más que una figura religiosa —es emblema, madre, bandera y consuelo colectivo—, hablar de sus orígenes no es poca cosa. Por eso, el documental Tonantzin Guadalupe, dirigido por Jesús Muñoz, resulta una apuesta valiente y necesaria. A través de una mirada crítica pero respetuosa, esta producción rompe con siglos de silencio para revelar los cimientos históricos del culto guadalupano.

El largometraje se convierte en una herramienta para el diálogo y la reflexión. Con la narración de la actriz Mabel Cadena y una cuidada reconstrucción artística de documentos que datan entre 1524 y 1648, el filme ofrece un recorrido por el sincretismo religioso que emergió tras la Conquista. Lo que conocemos hoy como la Virgen de Guadalupe, sugiere Muñoz, fue el resultado de una compleja estrategia de evangelización, profundamente conectada con la figura prehispánica de Tonantzin, la diosa madre mexica.
Lejos de imponer posturas, el documental abre espacios. “Que se crea o no en el milagro, es una decisión personal”, afirma su director, quien insiste en que el objetivo no es negar la fe, sino comprender mejor la raíz de una devoción que define a millones. La historia se apoya en voces expertas: historiadores como Rodrigo Martínez Baracs, Gisela von Wobeser y Rafael Tena, así como antropólogos, danzantes y oradores nahuas, enriquecen el relato con distintas perspectivas.

Una de las mayores virtudes del filme es su decisión de representar con actores escenas claves de documentos como el Coloquio de los doce y el Nican Mopohua, revelando no solo el contenido, sino también su potencial teatral y simbólico. Estas dramatizaciones no solo dinamizan la narrativa, sino que también invitan a ver la historia no como un archivo estático, sino como una construcción viva, cargada de intenciones y matices. Muñoz, formado en la London Film School, tardó cinco años en levantar este proyecto.
“La desmitificación a través del conocimiento” fue su punto de partida. En un país donde cerca del 80% de la población cree en las apariciones de 1531, abordar este tema sin provocar o herir sensibilidades fue todo un reto. Sin embargo, lo logra: Tonantzin Guadalupe no ofende, interpela. No destruye, propone.
El documental también se detiene en casos como el de los mixes de Oaxaca, quienes nunca fueron totalmente cristianizados y mantienen su religiosidad originaria en paralelo con la figura guadalupana. Ese tipo de detalles, lejos de romantizar, amplían el entendimiento sobre la diversidad de formas en que México vive y resignifica su espiritualidad.
Tonantzin Guadalupe no es una denuncia ni una confrontación. Es un acto de apertura. Una oportunidad para que México se mire en el espejo de su historia, sin miedo, con respeto, pero también con conciencia. Porque, como bien dice su director, ya es tiempo de hablar de estas cosas abiertamente.
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