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La imagen moldea la autoridad

  • anitzeld
  • hace 3 horas
  • 3 Min. de lectura

A propósito de la lista del New York Times, “The 67 Most Stylish People of 2025”, donde aparece —como única líder política— una mujer mexicana, el debate sobre el poder del guardarropa volvió a escena. Más allá del halago internacional, la mención revela algo más profundo: la manera en que la imagen moldea la autoridad en tiempos donde el estilo también comunica identidad, inteligencia y sentido del momento.


El análisis de su vestuario, que para algunos parece anecdótico, funciona en realidad como un mapa cultural. En los últimos años, la mandataria ha incorporado bordados indígenas a su guardarropa: piezas zapotecas, reinterpretaciones contemporáneas de técnicas tradicionales y prendas artesanales que solían quedar encasilladas en un folclor congelado. Ese gesto —a veces sutil, a veces deliberado— ha llamado la atención dentro y fuera de México.


Fotos: Equipo Claudia Sheinbaum
Fotos: Equipo Claudia Sheinbaum

Detrás de los hilos hay una historia.


El bordado zapoteco suele representar elementos de la vida comunitaria —grecas, mazorcas, rutas del viento, plantas sagradas— que hablan de continuidad y territorio. Puestos en el cuerpo de una figura pública, esos símbolos viajan a escenarios insólitos: una cumbre diplomática, una entrevista televisiva, una ceremonia oficial. Ahí dejan de ser ornamentos para convertirse en mensajes políticos.


Entre las piezas que más eco han tenido están un huipil estilizado de Juchitán, usado durante una reunión con mujeres gobernadoras: un guiño a la fuerza política del istmo y a la tradición matriarcal zapoteca. Para varias analistas, acompañó el mensaje del evento —el liderazgo femenino— sin necesidad de subrayarlo en palabras.


Otro momento comentado ocurrió en una visita al Valle Central de Oaxaca, donde llevó un saco de lino con grecas inspiradas en Mitla, símbolo del “camino del tiempo” y la continuidad generacional. Fue leído como un gesto para reforzar su discurso de “proyecto de largo plazo”.


Durante una gira internacional, ante organismos multilaterales, apareció con una blusa con motivos de lluvia y maíz —símbolos de renovación y sustento— interpretada como una forma de situar a México dentro del debate global sobre soberanía alimentaria y cambio climático. La prensa extranjera destacó la pieza como “un recordatorio de la raíz campesina detrás de la diplomacia”.


En un acto de memoria histórica en Palacio Nacional, optó por un bordado mixe en tonos oscuros, conocido por patrones que evocan protección y espiritualidad. La elección aportó solemnidad sin recurrir al vestuario occidental tradicional, reforzando la idea de que lo indígena también puede ser lenguaje de Estado.


Y durante el anuncio de un programa social para comunidades originarias, utilizó una blusa de San Antonino Castillo Velasco, con flores de punto de sombra asociadas al trabajo colectivo. La prenda operó como mensaje de reconocimiento hacia las economías comunitarias, un tema sensible para su administración.


Este uso del vestuario como herramienta política tiene ecos internacionales. Salvando las distancias, algunas especialistas la comparan con Michelle Obama, célebre por transformar su ropa en un lenguaje público: desde apoyar diseñadores afroamericanos hasta llevar piezas que reforzaban narrativas de inclusión o modernidad. Obama demostró que el estilo puede ser discurso; Sheinbaum, que en un país de identidades múltiples, ese discurso también puede bordarse a mano.

En ambos casos, no se trata sólo de estética sino de propósito: convertir la ropa en un mapa cultural. En Sheinbaum, las grecas del tiempo, las flores comunitarias y el maíz del sustento funcionan como una gramática política que mezcla tradición y modernidad. Señales visuales que, en una época saturada de palabras, hablan por ella.


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Quién hace sus vestidos


  • Sus trajes de sastre, vestidos de campaña y otros atuendos han sido confeccionados por Olivia Trujillo Cortez, quien se encarga del corte y confección según el estilo que busca la mandataria.


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  • En ocasiones puntuales —como en su toma de protesta— usa prendas bordadas artesanalmente por Claudia Vásquez Aquino, una artesana zapoteca del Istmo de Tehuantepec (Oaxaca), que trabaja a mano los bordados con tradición indígena.

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