Invertir en mujeres: de las microfinanzas al poder colectivo
- anitzeld
- 14 jun
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La urgencia de invertir con perspectiva de género no solo se escucha en los grandes foros internacionales. También se palpa en la vida cotidiana de miles de mujeres que, con un pequeño crédito y mucho ingenio, logran transformar sus comunidades. En la segunda jornada del GLI FORUM LATAM 2025, organizado en la capital mexicana, esa conexión fue evidente: desde el testimonio de lideresas indígenas hasta las cifras contundentes sobre inclusión financiera, el mensaje fue claro: sin mujeres, no hay desarrollo sostenible.
Carmen Correa, directora ejecutiva de ProMujer, abrió el encuentro reafirmando una misión que la organización lleva adelante desde hace más de 35 años: empoderar a las mujeres más vulnerables de América Latina a través de microcréditos, educación financiera y servicios de salud. “Este trabajo no es una moda, no es una tendencia. Es lo que somos y lo que vamos a seguir haciendo los próximos 35 años”, afirmó frente a un auditorio lleno.
En este contexto global, donde los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se encuentran en un momento crítico —solo el 17% de las metas están bien encaminadas, según el Informe sobre Desarrollo Humano 2025—, ProMujer y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México firmaron un Memorando de Entendimiento (MoU) para fortalecer la igualdad de género y el empoderamiento económico de las mujeres en América Latina.
Según el Informe sobre Desarrollo Humano 2025, el mundo atraviesa el período más prolongado de estancamiento en el progreso humano desde que se tiene registro. En este contexto, las brechas entre países con alto y bajo desarrollo humano han crecido por cuarto año consecutivo, y la polarización política, la desconfianza y las desigualdades están frenando el avance de los ODS.
La firma del acuerdo, realizada en el marco del GLI Forum, estuvo encabezada por Lorenzo Jiménez de Luis, representante residente del PNUD, y la propia Correa. “Muchas de las metas más rezagadas están directamente relacionadas con el reconocimiento del trabajo no remunerado y el acceso a servicios. Esta transformación debe pasar por poner la igualdad de género en el centro de la toma de decisiones”, señaló Jiménez de Luis. Correa, por su parte, reafirmó:
“Este acuerdo reafirma nuestro compromiso de movilizar recursos, conocimientos y alianzas que prioricen la igualdad de género como condición indispensable para acelerar el progreso en nuestra región”.
El acuerdo contempla cinco líneas estratégicas, entre ellas: diseñar intervenciones alineadas con el Plan Nacional de Desarrollo 2024–2028; impulsar servicios integrales de salud, inclusión financiera y formación profesional; fortalecer el Foro GLI como plataforma de innovación; promover alianzas multiactor; y generar diagnósticos con enfoque interseccional que permitan cerrar brechas con evidencia.
Estos esfuerzos no se quedan en la declaración. Las historias de mujeres como María Guadalupe, que empezó vendiendo dulces y hoy dirige una guardería en Ciudad de México, o Ilze Concepción Rodríguez Chávez, que pasó de una bicicleta con horno a sostener su familia con su propio negocio de tamales, muestran que las microfinanzas pueden ser el punto de partida de cambios profundos.
En 2021, ProMujer destinó cerca de 18 millones de dólares en microcréditos para más de 15 mil mujeres emprendedoras en México, con un ticket promedio de 400 dólares. Programas como Emprende ProMujer, que ya alcanzó a más de 1,100 mujeres indígenas del sureste mexicano, incluyen contenidos en tseltal y maya yucateco, y reportan mejoras del 90% en los modelos de negocio de las participantes.
Durante el panel “Acelerando los ODS: Invertir en mujeres como estrategia clave de desarrollo”, María Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres, fue tajante: “El país crece sobre los hombros de las mujeres, gratis”. Subrayó que el 90% de las tareas de cuidado recaen sobre ellas y que la falta de políticas públicas para distribuir esa carga frena su autonomía económica.
Lorenzo Jiménez del PNUD insistió: “Hay un mayor compromiso de las mujeres para contrarrestar un déficit social que impacta directamente en el desarrollo sostenible”. Lina Pohl, de la FAO, alertó sobre la precariedad del sector agrícola: aunque las mujeres representan el 36% de la fuerza laboral, solo el 4% accede a financiamiento y menos del 10% posee tierras.
En el conversatorio “Liderazgo Indígena: del territorio a las estructuras de poder”, lideresas como Eufrosina Cruz denunciaron que las mujeres indígenas siguen siendo vistas como “grupos vulnerables” y no como actores clave del desarrollo. Alertaron sobre prácticas como los matrimonios infantiles —México ocupa el segundo lugar en la región— y exigieron un cambio en la forma de ser nombradas y atendidas.
Desde la Fundación Kellogg, Sebastián Frías hizo una advertencia clave: “Los modelos urbanos no son transferibles. Si esperamos que las mujeres rurales repliquen el mismo modelo de negocio que una startup capitalina, el fracaso está asegurado”. Apostó, en cambio, por escuchar, observar y co-crear desde los territorios.
La jornada cerró con un mensaje contundente: en un mundo marcado por estancamiento, polarización e inequidad, invertir en mujeres no puede seguir siendo marginal. Es momento de actuar con decisión, voluntad política y recursos reales. Porque como dijo Carmen Correa al inicio del día: “El futuro no se construye con miedo. Se construye con igualdad”.
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