top of page

@Spotify has gone full on MAGA.. ¿dónde se traza la línea entre lo político y lo social?

  • anitzeld
  • 5 may
  • 3 Min. de lectura

Cuando la música se mezcla con la política: el caso de Spotify y los anuncios de ICE


Spotify, la plataforma de streaming más grande del mundo, se ha visto envuelta en una controversia que reabre una vieja pregunta: ¿dónde se dibuja la línea entre lo político y lo social?


En las últimas semanas, usuarios en Estados Unidos comenzaron a reportar algo inesperado: anuncios de reclutamiento del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en medio de sus listas de reproducción. Los mensajes —difundidos durante pausas publicitarias— invitaban a unirse a la agencia federal con lemas como “Join the mission to protect America” o “Serve your country, fulfill your purpose.”


La polémica estalló rápidamente. En redes sociales, algunos usuarios denunciaron que Spotify “había ido full MAGA”, una expresión usada para acusar a la compañía de alinearse con el discurso político más conservador del país. Otros defendieron a la empresa argumentando que solo se trataba de espacios de publicidad gubernamental, no de propaganda política.


Sin embargo, el debate trasciende el caso puntual: pone sobre la mesa las implicaciones éticas de permitir que el Estado —y especialmente una agencia tan polémica como ICE— utilice una plataforma cultural y de entretenimiento para reclutar personal.


La delgada línea entre lo informativo y lo ideológico


De acuerdo con un comunicado de Spotify, los anuncios “forman parte de una campaña amplia del gobierno de Estados Unidos que se difunde en televisión, radio y servicios de streaming”. La compañía añadió que “no violan nuestras políticas publicitarias” y que los usuarios pueden ajustar sus preferencias o marcar anuncios que no desean recibir.

Pero esa explicación no calmó las aguas. ICE no es una agencia cualquiera: ha sido objeto de denuncias internacionales por violaciones a derechos humanos, redadas masivas y centros de detención con condiciones inhumanas. Que su mensaje se infiltre en una plataforma asociada a la creatividad, la diversidad y la música ha resultado perturbador para muchos usuarios.


“Lo preocupante no es solo el contenido, sino el contexto”, explica la analista digital Rochelle Andrews, consultada por The Guardian. “Cuando una empresa cultural se convierte en canal para mensajes de autoridad estatal, se borra la frontera entre lo que es entretenimiento y lo que es ideología. Spotify no está haciendo política activa, pero está dejando que la política entre por la puerta del algoritmo”.


Publicidad, neutralidad y responsabilidad


Desde el punto de vista empresarial, Spotify actúa dentro de la legalidad. El contrato publicitario con el gobierno estadounidense no infringe ninguna norma y los anuncios están disponibles solo para usuarios del plan gratuito.Pero el dilema no es legal, sino ético.


A diferencia de una estación de radio, Spotify no es un medio informativo: es una plataforma personalizada que sabe qué escuchamos, cuándo, y con qué estado de ánimo. Cuando ese entorno íntimo se usa para fines de reclutamiento —en especial de una agencia con carga política— la neutralidad tecnológica se vuelve un espejismo.

La periodista tecnológica Nina Jankowicz lo resume así: “En 2025, toda empresa es política, quiera o no. Cada anuncio, cada algoritmo, cada silencio tiene una lectura social.”


Spotify no es la primera marca en enfrentarse a esta tensión. Tesla ha visto caer sus ventas tras el activismo político de Elon Musk. Bud Light perdió millones en ventas tras una colaboración con una influencer trans. Nike, al apoyar a Colin Kaepernick, fue boicoteada y a la vez celebrada.El mercado se ha vuelto un campo de batalla ideológico donde las empresas ya no venden solo productos, sino valores.


¿Dónde se dibuja la línea?


La pregunta que deja el caso Spotify-ICE no tiene respuesta simple: ¿hasta qué punto una empresa debe permanecer neutral? ¿Puede una plataforma global limitar publicidad estatal sin caer en censura? ¿Y qué pasa cuando el mensaje oficial entra en la esfera cultural, disfrazado de servicio público?


Algunos expertos proponen una solución: transparencia total. Que Spotify y otras plataformas indiquen claramente quién paga cada anuncio, en qué regiones se distribuye y con qué objetivos.Otros creen que eso no basta. “El problema no es informar, sino decidir qué tipo de Estado queremos tener en nuestros espacios cotidianos”, dice la socióloga Carmen Vidal. “La música debería ser un refugio, no una herramienta de reclutamiento”.

---

El escándalo de los anuncios de ICE en Spotify es más que un episodio pasajero. Es el síntoma de una época en la que la frontera entre lo político y lo social se ha vuelto porosa.Cada vez que una marca, una app o una canción entra a nuestras rutinas digitales, también entra una ideología, una visión del mundo.

Y aunque Spotify no haya “ido full MAGA” de manera intencional, sí ha demostrado que incluso el silencio empresarial es un acto político.Porque en 2025, la verdadera pregunta ya no es si las marcas hacen política, sino de qué lado de la historia eligen hacerlo.

 
 
 

Comentarios


Historias del día

¡Gracias por suscribirte!

  • Instagram
  • Facebook
  • Twitter

© 2025 

Las noticias directo en tu email. Suscríbete nuestro boletín semanal.

bottom of page