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¿Por qué México no acelera su transición hacia las energías renovables?

  • anitzeld
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura


A pesar de su vasto potencial solar y eólico, México avanza lentamente en la sustitución de los combustibles fósiles. Diez años después del Acuerdo de París, las políticas energéticas siguen favoreciendo al petróleo, mientras la oportunidad de liderar en energías limpias se diluye entre intereses económicos y falta de visión a largo plazo.


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Todavía podemos resolver la crisis climática


A diez años del Acuerdo de París, el mundo sigue emitiendo más gases de efecto invernadero de los que puede absorber. Según el más reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), incluso si todos los países cumplieran sus compromisos actuales, el planeta se calentará entre 2,3 °C y 2,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Es decir, la meta de limitar el calentamiento global a 1,5 °C ya parece fuera de alcance.


Sin embargo, aún hay espacio para actuar. Expertos insisten en que las soluciones existen, desde los avances tecnológicos hasta los movimientos ciudadanos y los litigios climáticos que presionan a los gobiernos. En julio de 2025, la Corte Internacional de Justicia reconoció que los Estados tienen la obligación legal de actuar frente al cambio climático, mientras que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a Suiza en 2024 por no cumplir sus compromisos.


En este contexto, México se enfrenta a una disyuntiva. A pesar de su enorme potencial para liderar en energía solar y eólica, el país avanza con lentitud hacia un modelo sustentable. La climatóloga Andrea Farnham, de la Universidad de Zúrich, subraya que la caída de precios en las tecnologías limpias es una oportunidad única: “La energía solar y eólica se han vuelto mucho más baratas y accesibles en los últimos diez años. Debemos acelerar la transición hacia las energías renovables”.


No obstante, los avances se ven frenados por factores estructurales y políticos. Como advierte Martine Rebetez, del Instituto Federal WSL, no son los obstáculos técnicos ni financieros los que detienen el cambio, sino el poder del lobby petrolero. México no es la excepción: la apuesta gubernamental por fortalecer a Petróleos Mexicanos (Pemex) y mantener la “soberanía energética” basada en combustibles fósiles ha desplazado parte de la inversión en proyectos limpios.


La paradoja es evidente. México posee una de las radiaciones solares más intensas de América Latina y vientos inagotables en el Istmo de Tehuantepec, pero sólo una fracción de esa energía se aprovecha. Los expertos coinciden en que el reto no es de capacidad, sino de decisión política y visión de largo plazo.


Al igual que en Europa, donde el lobby petrolero ha obstaculizado el apoyo gubernamental a las tecnologías limpias durante más de medio siglo —como reveló The Guardian en 2024—, el reto mexicano pasa por romper la dependencia de los combustibles fósiles y crear un marco regulatorio estable para atraer inversión en renovables.

Los científicos también coinciden en que la solución no es únicamente tecnológica. Cambiar los patrones de consumo —reducir el uso del automóvil, comer menos carne, consumir local— podría reducir las emisiones entre un 40 % y un 70 % para 2050, según el IPCC. A ello se suman las soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de ecosistemas o la protección de los bosques, que en México representan una herramienta doble: mitigar el cambio climático y proteger la biodiversidad.


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México tiene la oportunidad de ser un actor clave en la región si combina innovación, justicia ambiental y participación ciudadana. Pero el tiempo se agota: la transición no solo depende de paneles solares y turbinas eólicas, sino de una voluntad política capaz de enfrentarse a los intereses fósiles y apostar por un futuro que no dependa del petróleo, sino del sol y el viento.


fuente: swissinfo




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